REFLEXIÓN Jesús y la mujer de Samaria
El Evangelio de este domingo (Jn.4, 5-42) relata el encuentro de Jesús con la samaritana. El Maestro estaba cansado y le pide a ella de beber. Recordemos que en aquel entonces, ambos grupos humanos tenían convicciones religioso-políticas muy diversas, tantas que ni se hablaban.
Sin embargo, Jesús tenía sed y se fijó en ella. El tenía sed corporal y de esa agua le pedía pero Él en cambio le ofrecía a ella el agua de la eternidad. En efecto, Jesús tenía sed de su alma. Todos sabemos lo que sucedió: al sentirse descubierta por Aquel que es Verdad, pero también es Amor misericordioso que acoge y no rechaza, se convirtió de corazón y cambió su vida. Un detalle más: ¡se convirtió en evangelizadora! Corrió a proclamar a su gente que Jesús era el Mesías. Corrijo, no era, sino que ¡ES!
En la samaritana estamos también todos nosotros. Y primero me señalo a mí misma. Jesús se acercó a mí de forma especial en el Cursillo de Cristiandad. En nuestro encuentro, me mostró mi necesidad de encontrar su agua, el agua de la eternidad como muy bien Él dijo: “Quien bebe de mi agua nunca más tendrá sed”. Y desde entonces, aún sigo tras sus huellas hasta esperar verle de cara a cara.
Y como bien entendí en este bendito cursillo, sus pasos son sellados por la caridad que es expresada en un amor vertical hacia el Padre, que en la Eucaristía a través de (Jesús) se hace plena, auxiliada del sacramento de la reconciliación cuando he caído, consciente de que Jesús Buen Pastor siempre me busca y me espera, y como si fuera poco, acompañada de María, voy caminando en comunidad, sirviendo a mis hermanos con los dones recibidos, descubriendo que puedo dar testimonio a través de la escritura y siempre sedienta de conocer más de Él, participando así en esta maravillosa aventura de la vida en el Espíritu, que al fin y al cabo es eterna.
También tu, querido(a) lector(a) puedes recibir un llamado más fuerte en este día. El encuentro de Jesús con la samaritana que es el evangelio de hoy, es el encuentro de Jesús con su Iglesia. Iglesia de la cual tú formas parte también.
Fuente: http://listindiario.com.do/